viernes, 11 de noviembre de 2011

PARTE 03

-¡Ah!… (…)… ¡Esto sí sé cómo se llama!- dijo enérgicamente -¡Es Tacacho con cecina!… lo sé porque es el plato más conocido en la selva…a parte del juane…

-¡Cierto!- respondí.

-¿Mongo, y esto como se llama?- preguntó Maricarmen apuntando hacia uno de los envases conteniendo un líquido espeso de color blanco.

-Esa es una bebida típica de la selva… ¿quieres probarla?- dije.

-¿A qué sabe?- preguntó Maricarmen.

-Pruébalo y sabrás…

-No será feo ¿no es así?...

-Oye… si tendría mal sabor no estaría puesto en la mesa… ¿no te parece?- respondí.

-¡Pruébalo tú primero!- dijo Maricarmen.

-No seas monga…

Maricarmen miró a los ojos de la señora vendedora sonriente -¿Esta rico?- preguntó.

-¡Sí, señorita!- dijo aquella vendedora.

-Entonces me sirve un poquito… solo para probar…

La mujer agarró un vaso de vidrio y sirvió un poco de aquella bebida y le dio a Maricarmen. Lo miró de arriba hacia abajo, acercó el vaso y lo olio. Y lo bebió.

-¡Está muy rico!- dijo entusiasmada.

-¡Prueba esta otra!- dije -¡No se preocupe señora, vamos a pagar por lo consumido!…

-¡Ya joven!- respondió la dueña.

-Sírvale un poco de esta otra bebida…

Nuevamente la señora agarró otro vaso de vidrio y sirvió un poco de otra bebida.

-¡Pruébalo monguita!- dije.

-¡Esta vez pruébalo tú primero!- respondió Maricarmen.

-Está bien… pero, solo un poco…

A agarré el vaso y absorbí un poco del líquido.

-¡Muy agradable!- dije al terminar -¡Ahora pruébalo y termínalo!…

Maricarmen cogió el vaso y dio un sorbo -Mmm… mucho más rico que la anterior- dijo dando otro sorbo más largo hasta acabarlo -¿Como se llama esta bebida?…

-Se llama Aguajina, y está hecha a base de una fruta regional de nombre aguaje, por eso el nombre de aguajina…

-¿Y lo anterior como se llamaba?- preguntó.

-Se llama Masato… y es una bebida hecha a base de yuca cocida y fermentada…

-Ah…estaba rica de todas maneras- respondió un tanto confundida.

-¿Por qué esa cara?- pregunté.

-No, nada… luego te diré- respondió -Sigamos caminando…

-Conozco un bonito lugar, acá en Yarina, donde podemos ir a visitar y comenzar a hacer tu trabajo- propuse.

-¿Y dónde queda?...

-Cerca… muy cerca- respondí.

El lago de Yarinacocha tenía lo que Maricarmen buscaba encontrar en la selva, un puerto simpático, unas aguas tranquilas, unos restaurantes flotantes con buenos platos regionales y por supuesto unas vistas paisajistas para fotografiar. Los domingos, como aquel día, se pueblan los bares de gente en busca de bebidas y diversión musical. Allí hay chicas bailando con prendas diminutas y moviéndose como si una gran pulga les picara el culo y no pudieran rascarse, pero que bien se veían.

Yarinacocha tenía mucho que ofrecer más allá de su balneario inquieto y juerguero, solo hacía falta buena compañía y un buen guía, pues lo cierto es que por allí había riesgo que te asalten en pleno lago o paseando por la cochas.

-¡Subamos a uno de estos botecitos!- dije.

-Que miedito… ¿no se puede voltear mientras estamos viajando?- preguntó Maricarmen.

-¡No se preocupe señorita!- dijo el motorista de aquella embarcación -¡Nunca tuve un accidente de ese tipo!…

-¡Siempre hay una primera vez para todo mi querido amigo!- respondió Maricarmen en tono suave.

-¿Adonde los llevo?- preguntó aquel sujeto.

-¡Llévanos a La Jungla!- indiqué.

-¡Que!… ¿acaso nos internaremos en la selva?- preguntó Maricarmen muy asustada haciendo gestos de de temor -¡Oye, no traje repelente ni ropa adecuada para ese tipo de emociones!…

-¡La Jungla es un albergue turístico de la familia Velarde que está a unos diez minutos de acá!… ¡el hijo del dueño es muy amigo mío!…

-¡Qué lindo!- dijo emocionada.

-Es allí, en medio del lago, donde se puede tener un buen encuentro con la selva pues puedes alimentarte con un chicharrón de lagarto (de crianza) o ver de cerca a la temible anaconda (mansa), pues también cuentan con un exótico restaurante y mini zoológico con variadas especies... (…)… Pero, la verdadera emoción está en recorrer los atractivos de este lago, como son sus playas, su pueblos como el de San Francisco, donde vive una gran comunidad de la etnia shipibo conibo… recorrer esas aguas y sorprenderse cuando algún veloz delfín emerge como para demostrarte que él es más rápido que tu bote… Y luego al atardecer, no hay nada más hermoso que ver morir la luz del día junto a una linda compañía, con ese azul del cielo y una paz que sólo se ve luego de un aguacero selvático… Belleza y paz se conjugan en un paraíso…

-¡Qué lindo Edú!… (…)… Sé que me encantará todo esto… y mucho mas estando a tu lado…

Al llegar al albergue, busqué al dueño del establecimiento y al encontrarlo le expliqué sobre el tema prioritario de Maricarmen, el cual muy amablemente accedió al pedido de pasar al tarde ahí, mientras iniciaban el proyecto.

-¿Quién era el señor gordito de bigotes?- preguntó Maricarmen.

-Es el señor Julio Velarde, dueño de “La Jungla”… ya hablé con él para poder quedarnos la tarde y avanzar con tu tema… luego saldremos antes del anochecer y nos dirigiremos al hotel para que descanses…

-¡Gracias Edú!… ¡no se qué haría sin ti!…

Sonreí ante aquel cumplido, no teniendo otra cosa más que decir.

-Bueno mí querido mongo… comencemos- propuso Maricarmen -Háblame de tu infancia…

-No jodas… así no es la cosa… Tú quieres escribir un libro o hacerme una terapia- respondí con una media sonrisa en los labios.

-Ja, ja, ja… eres un MONGO con mayúsculas… (…)… lo que quiero que me cuentes como fue tu niñez… tus amigos del barrio, de la escuela, del colegio… tu vida en casa… cosas así…

-Bien sapa eres ¿no?...

-¡Soy periodista!- respondió sonriente Maricarmen mientras sacaba del bolsillo de su pantalón un pequeño pero moderno reproductor de mp3 que también tenía la función de grabar conversaciones (como la gran mayoría de aquellos aparatitos) -Listo mongo... comienza con tu relato…

-Bueno… (…)… Comencemos por lo primero… (…)… Soy hijo de una familia modesta, de nivel económico medio, que vivía de pequeño en un barrio tranquilo por las mañanas y ligeramente temido por las noches…En aquellos tiempos (recuerdo) estaban de moda los pantalones del tipo de los que usaban los Soda Stereo en los años ochenta…

-¿De esos súper flojos?…

-Sí… esos mismo… y como Soda Stereo estaba en su más grande apogeo… pues, los inusuales seguidores de esta moda la adoptaron, integrando bandas de jóvenes criminales que se hacían llamar “Los bolsachos”… hacían de mi barrio una zona un tanto peligrosa… (…)… Yo vivía en casa de mi abuelito materno, un gran hombre al que quise con todo… aun lo recuerdo, y cuando lo hago mis ojos se humedecen porque lo veo tal como era siempre, el hombre culto, intachable, justo, renegón, consentidor de las travesuras de su nieto… siempre salía con él cada vez que iba a visitar a sus paisanos… él era Cajamarquino… y yo era su bastón, no por lo flaco, sino porque era su compañía en aquellas visitas largas y aburridas para mí; pero, para ellos no… yo no entendía eso… (…)… Ahora de adulto lo comprendo, que a esa edad, es difícil mantener, conservar a los verdaderos amigos… (…)… Pero ahí estaba, al costado de aquellos viejos amigos suyos, los paisanos como yo los llamaba, y ellos también a mi me decían paisanito (viejos cojudos, pero agradables)… ya todos ellos han muerto… pero aun queda en mi el recuerdo del aliento a cigarro fuerte que desprendían cada vez que conversaban estando cerca de mí… (…)… mi abuelito era el más culto de todos… no había ni una sola pregunta que él no respondiera… tenía todas las respuestas… y tenía un carácter de mierda cada vez que discutía con mi vieja, cuando mi padre hacia alguna locura y le decía que le llamaría fuertemente la atención, incluso hasta llegaría a botarlo de la casa si lo volviera a ver nuevamente ahí… (…)… mi mamá salía en defensa suyo y ahí se armaba la bronca entre mi abuelo y ella… No obstante mi abuelito decía -¡Ahora verá tu marido, lo voy a botar de mi casa cuando lo vea!-Temíamos por aquella amenaza impuesta por mi abuelito y tratábamos de ubicar a mi viejo antes de que llegue a la casa (en esos tiempos no habían los teléfonos celulares como los que hay ahora, que hasta el más indio tiene uno y moderno)… pero la sorpresa nos dábamos nosotros cuando encontrábamos a mi papá y a mi abuelito tomando el café juntos muy amablemente después de la discusión con mi mamá… de alguna forma mi abuelito pasaba por alto algunas cosas… aunque es común (por decirlo de alguna forma, sin justificar las acciones) que a todos los varones nos agarra la locura en una cierta edad, y hacemos huevadas sin quererlas; pero las cometemos…

Maricarmen me observaba atenta apoyando el codo sobre la mesa y colocando su mano en la barbilla, mientras el moderno aparatito de bolsillo seguía grabando cada palabra que (yo) iba diciendo.

-Amigos… no tuve, al menos en mi barrio… no era un niño tan social (digamos)… prefería vivir creando amigos imaginarios, fantasiosos… o dando vida a mis juguetes… muchas veces (en la escuela) convencía a mis compañeros de aula, que yo tenía un hermano gemelo, que a la vez era invisible y otras no… (…)… Los muy ingenuos creían lo que les contaba, porque lo hacía de una forma tan convincente que, a veces, hasta yo me la creía… (…)… En la escuela tuve muy pocos amigos… de esos tiempos solo conservo uno en especial, que hasta ahora estamos en contacto de vez en cuando, pero mantenemos la amistad… él se llama Miguel Salas, vive en Brasil, y muy rara vez viene al Perú… de aquellas épocas, es el único al que rescato… los demás desaparecieron de mi mapa… (…)… Recuerdo (también), que en la época de primer y segundo grado de primaria, y creo que hasta tercero (si mi memoria no me falla), estuve enamoradito de una compañerita mía… su nombre era Tatiana Inuma… (…)… me gustaba tanto aquella niña, que hasta agarraba los aretes y sortijas del joyero de mi mamá, para poder obsequiárselos a ella… fue mi primer amor platónico que tuve, ya que nunca le dije que me gustaba… tenía en aquella época entre seis y ocho años (no recuerdo muy bien)… me gustaba la forma como era, con su peinado peculiar que ninguna de las demás niñas lo tenía… usaba un peinado en forma de pelotitas en cada lado de la cabecita… como cuernitos en forma de pelotas… (…)… Cierta vez, llegue a regalarle una sortija de mi mamá muy valiosa (lo peor de todo era que yo nunca le entregaba personalmente los obsequios, sino que hacía que otro compañero lo haga por mí)… mi madre se dio cuenta cuando quiso ponerse dicha joya… Cuando me preguntó si lo había visto, dije en una respuesta firme (pero delatadora) que no… pero también tenía un compañero de aula (de boca floja) que me delataba ante cada suceso, y fue él quien dijo que la sortija lo tenía Tatianita… (…)… Como dueña original de la joya, fue conmigo voluntariamente (jalándome de uno de mis brazos) a recuperar dicha aro, dándonos con la sorpresa que al llegar a la casa de mi ilusión infantil, que la joya estaba en uno de los dedos de la mamá de la niña… que luego de una graciosa y vergonzosa explicación tuvo que devolvérselo a su legitima dueña (mi madre)… Todo en mi vocabulario era Tatiana… (…)… si mis padres me comparaban algo, tenía que llevar su nombre… cuando me compraron una gallinita para crianza, le puse de nombre “Tatiana” la polla… cuando mis abuelos paternos me dieron de obsequio una vaquita, (también) le puse de nombre “Tatiana” la vaca… todo estaba bonito a no ser por el apellido de la mencionada infanta, ya que no era del agrado maternal… pero, en mi inocencia, defendía aquella orden de olvidarme de ella diciendo que “el apellido no hace a la gente”… (…)… Pero, como toda ilusión pasa, esta pasó, sin pena ni gloria… Tatianita quedó en el recuerdo y tal vez casi olvidada…

-¡Disculpen!- interrumpió el personal de atención de aquel albergue -¿Desean pedir algo para comer?...

-Huy… mira… que rápido pasa el tiempo… dentro de poco serán las 3 de la tarde- dijo Maricarmen.

-Con razón el estomago estaba hablando a todos los miembros de mi cuerpo que se estaba cagando de hambre- dije.

-¡Tráenos la carta por favor amigo!- dijo Maricarmen.

-¡Acá la tiene!- dijo el mozo sacando la carta del menú de su delantal y quedándose al costado de ellos para apuntar el pedido respectivo.

-¡Que me recomiendas!- preguntó Maricarmen a aquel muchacho.

-Todos los platos son muy exquisitos… el que usted pida será de su agrado- respondió el mesero.

-Mmm… entonces, quisiera… un… ¡Chicharrón de lagarto con patacones!- dijo muy convencida.

-¡Y usted amigo!- me preguntó.

-¡Lo mismo, pero con tacacho!- respondí.

-Como no… en unos minutos les traigo sus respectivos pedidos- dijo el mesero apuntando en un papel mientras se retiraba hacia la cocina de aquel lugar.

-Me encanta la atención de la selva… las personas son muy amables…

-Es muy cierto mi querida monga…

-Oye… pero continúa contando tu historia… (…)… Yo hecha una sonsa aun con el mp3 encendido…

-Que te parece si continuamos después del almuerzo… (…)… no querrás concluir tu proyecto en un solo día… ¿o sí?…

-¡No!- respondió.

-¡Disculpen nuevamente!- interrumpió el mesero trayendo una jarra de refresco súper helado -¡Esta jarra de refresco de cocona es cortesía de la casa!…

-¡Ay!… ¡gracias amiguito!- dijo Maricarmen.

-¡Gracias!- respondí también -¡Agradécele al señor Velarde de mi parte!…

-¡Cómo no!- respondió aquel empleado.

Maricarmen tomó el grabador digital y lo apagó. Mientras (yo) servía el refresco de cocona en los vasos que aquel mozo había traído.

-Sírvete monguita… es refresco de cocona…

-¿Que es cocona?- me preguntó.

-La cocona es una fruta cítrica tropical oriunda de la amazonia… con esa fruta se pueden hacer comidas, ensaladas, salsas, refrescos como el que vas a probar ahora… y muchas cosas más… (…)… Ahora, bebe lo que te serví…

-¡Ok!- respondió sin pensarlo dos veces -(…)… hmmm… está muy rico… me gusta mucho… (…)… creo que también me estoy enamorando de la comida y bebida de la selva…

-Como que “también”…

-No, nada… no me hagas caso monguito…

Sonreí ante el nerviosismo de Maricarmen.

-Oye, cambiando de tema… y que sabes de Isabella… ¿Aun sigues templadazo de ella?- preguntó Maricarmen.

-Le tengo un cariño especial, ya que ella fue mi primer gran amor… pero, solo es eso, un cariño especial… (…)… con ella aprendí lo que es amar con todas la letras existentes… nunca pensé enamorarme así de esa chibola… todo había comenzado como un juego… una apuesta… un reto… yo tenía una enamorada en esos tiempos, Carmen, tenía un año menos que yo… en cambio Isabelita era seis años menor… y yo tenía diecinueve años… (…)… qué tiempos aquellos… recuerdos…

-Y estuviste cagado un buen tiempo luego que terminaron… ¿no es así?...

-Ambos monga… ambos… (…)… Pero, esa historia te contaré más adelante…

-Desde luego… ya que no estoy grabando nada de esto…

Ambos sonreímos mientras seguíamos bebiendo aquel refresco de cocona bien heladito.

Al poco tiempo, el mesero de acercaba a la mesa donde nos encontrábamos, llevando en una fuente grande los pedidos hechos por nosotros.

-¡Chicharrón de lagarto con patacones!- dijo el mozo.

-¡Es mío!- respondió Maricarmen.

Seguidamente puso el otro plato a mi lado (como tenía que ser), mientras colocaba los cubiertos al costado de los platos servidos.

-Bueno… manos a la obra- propuso Maricarmen.

-Dientes al plato- respondí.

-¿Al plato?...

-Tengo tanta hambre que me comería hasta el plato mi querida monga…

Las risas se apoderaron de nosotros mientras comenzábamos a degustar de la comida y bebida servidas.

La tarde pasó en un abrir y cerrar de ojos, contándonos algunas anécdotas sin mucha importancia para nosotros. Ya en la noche, en el restaurante, Don Julio Velarde nos explicaba que esos motores que se oyen en la oscuridad del lago son los traficantes de madera ilegal que las llevan al puerto para comercializarlas previo "arreglos" con los encargados de velar por la ley y el orden. Los motores se oyen de cuando en cuando, durante toda la noche, y se vuelven una melodía monótona y fúnebre que nos recuerda que cada día se deforestan decenas de kilómetros cuadrados de nuestra selva sin que alguien haga lago efectivo para controlar esa situación.

Mejor era olvidar si se desea disfrutar a plenitud la magia de la Amazonía, sus comidas como el juane, o calmar la sed con un refresco de cocona, sentado bajo una sombra en esa balsa que a modo de piscina tiene dicho albergue. Ver esas aguas, la floresta al fondo y sentir la magnificencia de ese lugar, sentir que cada minuto debe ser aprovechado pues esa visión paradisiaca se acabaría pronto pues tenían que partir.

Antes de volver al hotel paseamos por la noche en esa plaza de armas de Yarinacocha, era encontrar la cara de un pueblo tranquilo, con sus árboles decorativos con figuras de animales, su heladería en la esquina que te vende una jarra de chicha morada que te refresca hasta el alma, y si eso no funcionaba, y era domingo, se podía ir a esa hermosa iglesia que está en la otra esquina y oír una homilía del padre en su misa nocturna contagiado del entusiasmo del sacerdote y agradecido con el Dios de la alegría por darte la oportunidad de conocer Yarinacocha, su gente linda y alegre, su laguna, su balneario y su encanto de pueblo chico que no se dejaría olvidar.

Al llegar al hotel donde se alojaba Maricarmen eran aproximadamente las nueve de la noche.

-¿Te acompaño a tu habitación?- pregunté.

-¡No es necesario monguito!- respondió -Sé cómo llegar…

-¡Puede que te ayude a cambiarte de ropita!- sostuve con una inocencia fingida.

-¡No es necesario lobo feroz disfrazado con piel de oveja!- respondió Maricarmen -¡Sé cuáles son tus intensiones!… ¡mañoso!…

-Yo no dije nada…

-No lo dijiste… pero, lo pensaste…

-Pues, solo un poquito…

-Ya no sigas… (…)… ¿Vienes mañana a recogerme?- preguntó Maricarmen.

-Mañana es lunes… tengo que ir a trabajar… pero salgo a las cuatro de la tarde…

-Bueno… (…)… mientras tanto veré tele durante todo el día…

-Por qué no sales a caminar en la mañana…

-Ni cojuda salgo sola…

-Ja, ja, ja… está bien monguita… apenas salga de la chamba vendré por ti…

-¿Me lo prometes?...

-Te lo prometo…

-¿Sabes?... me alegro tanto de haberte encontrado en mi vida… y que aun seamos amigos…

-Lo bueno se conserva…

-Muy cierto señor mongo…

-Señor a partir de los treinta… yo aún tengo veintiséis…

-Sí… tú me llevas por tres años… (…)… (…)… ¿Te pusiste a pensar (alguna vez) que hubiese sido si te habrías quedado en Lima?- preguntó Maricarmen -No me lo respondas ahora…

Solo sonreí ante la pregunta hecha por Maricarmen, sin decir una sola palabra.

CONTINUARÁ...

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