viernes, 11 de noviembre de 2011

PARTE 11

Sacamos nuestras respectivas motocicletas de la casa. Maricarmen se acercó a mí trayéndome un vaso con agua.

-Toma un poco de agua… para que se te pase un poco la borrachera- me dijo.

-¿Es un truco para pasar la borrachera?- pregunté.

-No lo sé… pero la intensión es la que vale- me dijo preocupada -No quisiera que nos accidentemos mientras estés conduciendo…

-¡No pasará!- respondí.

Arrancamos nuestras motocicletas y nos dirigimos a la discoteca más concurrida de Pucallpa, donde toda la gentita “chic” y farandulera es vista con sus nuevas conquistas semanales, donde los coqueritos adictos al polvito blanco y endurecedor hacen de las suyas en los baños a vista y paciencia de los meones, donde es fácil levantar a alguna aparente misericordiosa fémina para luego de unos tragos transformarse en la mas sagaz, ágil y despiadada maquina sexual en algún hostal de mala muerte, donde la música es salvajemente mesclada por un DJ con experiencia frenética y eufórica camaleónicamente confundidas entre el humo con olor a talco y por las luces de los láseres multicolores que nos enceguecen los ojos cuando nos caen encima.

Faltando pocas cuadras para llegar a la discoteca (tres cuadras para ser más exacto), notamos la presencia de algunos efectivos policiales que estaban haciendo un operativo a aquellos indocumentados que conducían sin temor a nada. Anthony y yo teníamos todo en regla (tarjeta de propiedad de las motos, licencias de conducir y los benditos y siempre sacramentados SOAT’s). Otra cosa más que (también) teníamos, era el tufo a licor que habíamos bebido.

Una señorita vestida con el uniforme de policía de tránsito hizo que nos detuviéramos.

-¡Buenas noches!- nos dijo -¡Sus documentos por favor!…

-¡Acá tiene!- le dije a la oficial entregándole mis tres documentos. Anthony hizo lo mismo un metro (estacionado) más adelante que yo.

Aquella oficial no demoró mucho tiempo en volver con nosotros -¡Tienen que acompañarme a la delegación!- nos dijo muy seria.

-¿Acaso nuestros documentos nos están en regla amiguita?- preguntó Anthony.

-¡En primer lugar señor, no soy su “amiguita”!… ¡Y en segundo lugar, ustedes han bebido licor!… ¡Así que tienen que acompañarme ahora mismo a la delegación!- dijo retirándose nuevamente y acercándose a un oficial superior que estaba por el lugar.

-¡En vez de llevarnos por haber tomado un poquito, deberían de estar detrás de los robamotos que nos invaden!… ¡Carajo!… ¡Nos cagamos loco!- me dijo Anthony.

Saqué mi celular e hice una llamada -¿Aló?, ¿Manuelito?...

-Sí… él habla- dijo aquel misterioso personaje.

-Manuelito, te habla Edú…

-¡Ah!… ¡hola Edú!… ¿en qué te puedo ayudar?- me dijo.

-Cholo, me agarró tu gente…

-Ja, ja, ja… junto con un tal… Anthony Pérez…

-Sí… ¿cómo lo sabes?...

-Lo sé porque tengo tus documentos y los de tu amigo en mis manos…

-¡Chucha!- dije.

-Déjame ir donde están ustedes- me dijo y cortó la llamada.

-¿A quién llamaste?- preguntó Maricarmen.

-Al Capitán Manuel Cárdenas, Jefe de Tránsito de Pucallpa… Es primo de Isabela- respondí.

-¡Ah!… primo de tu eterno amor…

No dije nada ante aquel comentario. La borrachera se me había pasado.

Entre la penumbra de aquella vía donde habíamos sido detenidos, apareció la silueta de un oficial alto y corpulento, acompañado de la señorita patrullera que nos había quitado nuestros documentos.

-¡Yo me hago cargo!- dijo el oficial superior.

-¡Si señor!- respondió la oficial retirándose a detener a otros incautos conductores.

-¡Eduardo Suarez!- me dijo.

-¡Capitán Cárdenas!- respondí.

-¿Que pasó Suarez, estuviste celebrando antes de tu cumpleaños?...

-Solo un poco- respondí.

-Sabes que es contra las reglas de transito manejar cuando uno está en estado etílico… ¿o no?... Aunque uno diga que maneja con más cuidado cuando está en copas, es una reverenda mentira… Siempre hay un loco de mierda que viene con velocidad creyéndose el dueño de las pistas y comete un accidente… ¿Es o no es así, Suarez?...

-¡Así es!- respondí.

-¡Que sea la última vez!- dijo entregándonos nuestros documentos -¡No vuelvan a manejar en ese estado!… ¡y si lo hacen, no habrá quien los salve de un papeleta y retención de documentos!…

-¡Gracias Manuelito!- dije agradecido por tal gesto.

-Nada de gracias cholo… suéltate un par de luquitas para darle a la chibola que los ha detenido y no suelte la lengua… porque si lo hace me cago por haberlo dejado libres…

-¡Claro!- dije sacando disimuladamente diez soles de mi billetera y entregándole al oficial en un intercambio de apretón manos, sabiendo que ese dinero quedaría en su poder.

-¡Listo mi hermano!- me dijo -¡Conduzcan con cuidado, mira que hay cada huevón que se te cruza por el camino y los rateros nunca faltan!…

-¡Lo tomaremos en cuenta!- dije.

-¡Ya, vayan, vayan!- dijo haciendo una señal de que nos dejen ir tranquilos sin que otro policía nos detenga.

-¡Buen amigo el tuyo!- me dijo Maricarmen.

-Al menos estamos libres por diez lucas…

Al llegar al parking de la discoteca, estacionamos las motos e hicimos la colita para poder ingresar. En la puerta de ingreso un par de corpulentos “gorilas” vestidos con uniforme de seguridad, nos tocaban a ver si llevábamos algún tipo de arma de fuego o licor escondido en nuestro cuerpo. Una vez comprobado que no llevábamos nada, ingresábamos felices. Aquel manoseo corporal era solo practicado a los varones (supongo que aquellos gigantescos vigilantes tenían inclinaciones homosexuales y les atrae tocar el cuerpo masculino).¡Bienvenidos al Perico’s!

Una vez dentro reconocí a muchas personas (entre jóvenes y experimentados lobos) que me pasaban la voz desde sus asientos acompañados de sus respectivas esposas, enamoradas o compañeras frecuentes y otros acompañados de ciertas jovencitas intercambiables entre amigos cada semana. Nos ubicamos cerca de la pista de baile en una mesita vacía ubicada en una esquina (era difícil encontrar una mesita vacía entre tal disturbio juvenil, pero lo encontramos). Marita me miró y sonreímos embobados y tratamos de hablar en esa esquina sobre poblada y bulliciosa de la discoteca, pero no pudimos, porque los parlantes escupían con estruendo una música histérica. Salimos a bailar algunas canciones de Erasure y de Fito Páez que nos traían recuerdos (no soy muy amante del baile, pero al menos muevo la cabeza). Anthony hacia lo mismo por su parte. Tratábamos de estar al nivel de aquellas dos señoritas que se desenvolvían perfectamente al ritmo de las canciones de aquella discoteca. Siempre reprobados en el intento. Seguíamos pidiendo jarras de cerveza cada media hora. El ímpetu nos invadía debido a que cada vez que regresábamos de bailar, llegábamos mojados y ávidos por tranquilizar nuestra sed. Que mejor que con un vaso de cervecita helada. Notaba en el rostro de Marita la comodidad de desenvolverse como lo estaba haciendo. Salimos a bailar nuevamente. Bailamos muchas más canciones, menos salsa y merengue ya que no soy muy amante de esos ritmos. Eran las 3 de la madrugada.

-¡Edú!...

-¡Dime monguita linda!...

-¡Ya vamos!- me dijo.

-¿Te aburriste?- pregunté.

-¡Estoy muerta!… ¡ya no doy más!…

Aquellos ojos de niña inocente me convencieron. Fui donde Anthony y le dije que teníamos que irnos. Me dijo que no hay problema y que el también ya iba a regresar. Nos dimos un beso y un abrazo de despedida y (Marita y yo) salimos del Perico’s.

-¿Adónde vamos?- pregunté.

-¡Como que adonde!… ¡Al hotel pues mongo!- dijo soltando una carcajada -¿A dónde querías llevarme?...

-No… nada… solamente estaba preguntando…

Arranqué la motocicleta y tomé un distinto camino al del hotel. Manejé por la vía principal de aquella discoteca, la muy transitada y frecuentada avenida Arborización, más conocida como “las Alamedas”, que en las noches de jueves, viernes y sábado se acumula de motocicletas y autos invadiendo cómodamente las vías de transito, llenando bares buenos y malos y discotecas.

Me dirigí hacia la avenida principal que une la ciudad de Pucallpa con el resto del país, la avenida Centenario (Federico Basadre). Manejé rumbo a la ciudad por aquella ruta solitaria, silenciosa, teniendo como espectadores a la brisa de madrugada, a la luna temerosa ocultándose detrás de una nube y a las pocas estrellas que aun brillaban en el firmamento -¿Ya tienes sueño?- pregunté.

-¡Solo un poquito!- me respondió-Pero aun estoy despierta…

Conduje por algunas otras calles menos peligrosas y decidí ir a dejarla en el hotel. No tenía planeado otra cosa más. El trayecto fue muy placentero, me sentí nuevamente feliz de tener a Marita detrás mío, abrazándome y recostada en mi espalda. Mientras más nos acercábamos al hotel la brisa se hacía mucho más fría, tornándose helada debido a la cercanía al balneario de Yarinacocha. Temblaba de frio. Eran las cuatro de la madrugada.

-¡Llegamos!- dije, aun tiritando.

-¿Tienes frio?- me preguntó.

-¿Se nota?...

-Solo un poquito…

Bajó de la moto, me abrazó y quedó mirándome -¿Quieres entrar?- me preguntó. Me moría de ganas de ingresar a aquel departamento 203 a esas horas de la madrugada y estar junto a Marita. Pero,-¡No!- respondí.

-¿Estás seguro?- me preguntó.

-¡Sí!- respondí -¡Muy seguro!...

-Bueno… entonces, ¿nos vemos más tarde?...

De regreso a mi casa, mi mente entraba en una confusión de honestidad y arrepentimiento. ¿Hice bien en dar una negativa a la invitación de ingresar a la habitación de Maricarmen? ¿Me ganaré un premio especial por ser buen amigo y no haberme aprovechado de la circunstancia? ¿Seré un huevón? ¿Quién soy? ¿A dónde voy? Mi cabeza se convertía en una coctelera con tantas preguntas en ella. Trataba de no darles importancia.

Mis padres me despertaron a las siete de la mañana para avisarme que irían a visitar a unos parientes y que regresarían en la tarde. Volví a dormirme. Me desperté (nuevamente) a las once de la mañana, raudamente dirigiéndome al baño a ducharme. Fui a la cocina y preparé unas tortillas acompañadas con papas fritas. Desayuné (solo). Fui a mi cuarto, me eché en la cama y encendí el televisor. No había nada que ver en ningún canal del cable. En uno de los canales las mismas series con episodios repetidos, en otros anuncios publicitarios ofreciendo productos gringos que no se venden en su país (por la corta durabilidad), pero que acá son un éxito (a pesar de que duran poco). Encendí el dvd y busqué entre mis discos compactos la película de Indiana Jones y el Templo de la Perdición. Me quedé dormido al comenzar la película. Cuando la furia de mis intestinos comenzaron a batallar entre sí, me di cuenta que era hora de almorzar. Fui nuevamente a la cocina y busqué que preparar. Había papa, leche, mantequilla y pollo. Puré de papas, era la solución. Volví a mi cuarto (Indiana había terminado). Busqué el canal de Discovery, al menos ahí podía entretenerme (en algo). Haciendo hora de que el almuerzo esté listo fui a la cocina y salvé a mi estomago de una guerra entre intestinos. ¡Victoria! Grite a los cuatro vientos. ¿Quién demonios era Victoria? No lo sabía.

Eran las tres de la tarde cuando llamé a Maricarmen -¿Aló, monga?...

-Hola monguito… Por fin resucitaste- me dijo.

-Tú también…

-Sí… anoche la pasé de la puta madre y tengo el cuerpo molido… No tengo ánimos de nada…

-¿Ni como para ir a conocer el Parque Natural?...

-¿Qué es eso?...

-Es un pequeño zoológico ubicado cerca de la ciudad…

-Interesante…

-Entonces, ¿Paso por ti en treinta minutos?- pregunté.

-¡Ok!- respondió sin titubear.

El Parque Natural de Pucallpa es un zoológico situado en la margen sur de la ciudad de Pucallpa. Su nombre coincide a ser un centro turístico natural de singular belleza paisajista y calidad ambiental siendo un área eco-urbana. Además de ello es un atractivo cultural donde se incorpora un museo regional y una zona de esparcimiento familiar. Fue creado para proteger y conservar más de cuatrocientas especies de flora y fauna silvestres como monos, lagartos, otorongos, venados, sajinos, añujes, nutrias, taricayas, garzas, tucanes, loros y otras especies en vías de extinción o en situación de riesgo. Se pueden apreciar árboles maderables, medicinales, palmeras y frutales. En el parque se encuentra el Museo Regional de Pucallpa, que conserva algunas especies representativas de la fauna amazónica y una gran colección de restos fósiles hallados en los ríos Ucayali, Pachitea, Aguaytía y Urubamba. Una de las piezas más atractivas es la mandíbula de un gran lagarto o megaterio que habitó en la Amazonía hace unos diez millones de años.

La boca de un otorongo da la bienvenida a un paseo por demás agradable. Una franca invitación para descubrir qué hay del otro lado. Aunque del otro lado hay una casa abandonada, no deja de ser una experiencia relajante. Todo el misticismo de las criaturas de la selva está representado en estas estructuras. ¿Qué más se necesita para soñar, componer o intentar captar la belleza natural?

En el parque se han trazado senderos que permiten apreciar el trabajo de reforestación con especies típicas maderables y arbustivas silvestres. Uno de los lugares más atractivos es una pequeña laguna, de poca profundidad, en la que se observan peces amazónicos y plantas acuáticas como la Victoria Regia.

Luego de un recorrido por (todas) las jaulas de los animalitos, las cuales habían sido víctimas de la agresiva cámara digital de Maricarmen, nos sentamos en una de las bancas debajo de los arboles ubicadas frente a los puestos de comidas. A lo que instintivamente (Maricarmen) sacó del bolsillo de su pantalón el “ya” conocido mp3. Dio clic en el botón de retroceso y luego (casi inmediatamente) “play”.

-…Recuerdo que mi madre me había dado una venerable puteada sobre lo ocurrido… Tenía que ser caballero ante todo… Luego me enteré que Liliana (como última opción y resignada) había escogido como pareja de promoción a un amigo mío… (…)… -¡Salud!... Por nosotros…-

-¿Continuamos?- me preguntó presionando el botón de grabación.

-Como siempre suele suceder (o como la gran mayoría de veces) cuando una niña, señorita o señora de apariencia hermosa es maquillada en exceso, la belleza natural que tiene se transforma en distorsión, en desproporción, en payasada… Eso es lo que había sucedido con Jessenia… su belleza natural (para su edad) había desaparecido, oculta tras esas capas de maquillaje incompatible con el rostro de niña mujer que exhibía mi “primita”… no me gustó… Yo, en cambio, bien peinadito con laca capilar, de esas que te dejan el pelo inmovible ante cualquier circunstancia… Del color de traje con el que estuve (y también mis compañeros de promoción) no lo recuerdo (ya pasaron muchos años desde aquel día y mi memoria no es tan buena como para guardar esos detalles)… Lo que sí recuerdo como si fuese ayer, es que solamente bailé el clásico Danubio Azul con mi impuesta pareja promocional… No digo que no me haya gustado que ella sea mi pareja… al contrario, estaba buenísima la maldita y todos mis compañeritos de colegio (literalmente) babeaban por ella; pero, mi gusto estaba inclinado hacia Liliana… En pleno baile promocional, mi mirada buscaba con ansia a la de Lili, logrando casi siempre mi objetivo robándole una sonrisa… Mis padres sabían que me gustaba Liliana (no por mi boca, sino por la de todos), era obvio que destilaba amor (infantil) hacia ella… y los padres de Lili, también sabían de aquel “secreto” mío… (…)… Desde muy pequeño fui un mal alumno en el arte de la danza, del baile, mi sincronización con el ritmo nunca fue del todo acertada, de hecho hasta ahora hago el intento de encontrar el buen camino de ir de acuerdo a los ritmos… Casi nunca lo encuentro…pero al menos hago el intento, entre burlas y risas escondidas… El punto es que luego de esquivar muchas piezas de baile apareció Liliana frente a mí… Me agarró de la mano y me sacó a la pista de baile… No paramos de bailar durante muchos minutos… Yo sabía que hacia el ridículo, pero no me interesaba… estaba con Lili y eso bastaba… El mundo era mío (en aquel local donde fue nuestra fiesta de promoción de escuela)… Sentía (de vez en cuando) que mis pies flotaban en el aire, me sentía el mejor bailarín de la promoción (siendo otra la realidad)… Gocé aquella noche en mi corta romántica infancia… (Después de mi fiesta de promoción de escuela nunca más supe noticias de Jessenia)… (…)… Salimos de aquel local, y digo salimos refiriéndome a la familia de Lili y la mía, con rumbo a nuestros respectivos hogares, que casualmente quedaban cerca a una cuadra de distancia... (…)… Inocentemente (Lili y yo) hicimos algunos planes con respecto a nuestros estudios… Teníamos planeado estudiar la secundaria en el colegio la Inmaculada, para estar juntos y nadie separarnos… Todo estaba calculado milimétricamente… no contando con la casualidad de destino que los padres de Lili, iban a cambiarse de residencia, ocasionando un cambio total en nuestro futuro romance adolescente… (…)… Ambos vivíamos en la avenida Sáenz Peña (ella en la cuadra siete y yo en la ocho)… Ahora ella viviría en Yarinacocha, muy lejos de mí… muy lejos de nuestro futuro colegio… muy lejos de nuestro futuro romance adolescente… muy lejos de todo… Me sentí quebrado, apenado, sin rumbo (exagerando un tanto en todo… simplemente me sentí triste)… La chica de mi adolescente vida amorosa se estaba apartando de mi lado, y yo no podía hacer nada… (…)… Con la sagacidad de un completo maestro escénico, convencí a mis padres en estudiar en el colegio a la cual Lili iría a estudiar… El colegio Alma Mater de Pucallpa, Faustino Maldonado… (…)… Aquel logro, fue mi primera batalla ganada en mi lucha de amor (por llamarlo así)… Dicho colegio se encontraba en Yarinacocha… no me importaba, con tal de estar al lado de Lili… Tenía que tomar un bus para llegar a estudiar, mezclándome con todo tipo de personas… No me importaba… (…)… Por cuestiones de suerte, logré estar en el mismo salón que Lili… habían algunas veces que salíamos del colegio tomados de la mano como enamoraditos… sin ningún beso, solo tomados de la mano… Éramos muy inocentes… o yo era muy quedado… no lo sé… pero nos sentíamos bien… (…)… Soñé… amé… odié y me divertí en aquel colegio en la cual solo estudié un año, debido a que mis padres decidieron que debía estudiar el año siguiente en un colegio particular que un primo político (de mi madre) había inaugurado… El colegio particular Ricardo Palma… Me convencieron de una forma, diciéndome que dicho colegio tenía un equipo de cómputo avanzado y una piscina casi olímpica… yo no sabía nadar en aquella época, ni tampoco ahora, pero me llamó la curiosidad, sobre todo las computadoras… Iba a ser una innovación que un colegio tuviera equipos de computo (eran casi finales de los años ochenta)… Caí inocentemente en la mentira… o tal vez no, ya que sí había computadoras… pero en proyectos… (…)… Dejé a un lado mi ilusión por Lili… mi primer amor correspondido de infancia… La había cambiado por una computadora… Dejé a un lado mi ilusión por mi vanidad… La dejé… (…)… Un nuevo colegio… Nuevos amigos… Nuevos profesores… Nuevas Amigas… Nuevos Amores…(…)… Mis nuevos compañeros de aula eran mayores que yo (por uno o dos años, pero eran mayores) y tenían otras mentalidades… más crudas, más liberales… Tenía un compañero cuyo nombre era Angio Fuchs, era el líder en el salón y en el colegio… el muchacho que tenia a la enamorada más rica del colegio… el muchacho que tenía dinero y lo despilfarraba a montones… Nunca supe a ciencia cierta a que se dedicaba su padre… pero los rumores se inclinaban hacia el narcotráfico… Aquel personaje se convirtió en mi mejor amigo (a pesar de que yo no era el más popular del colegio, pero sí el más chancón, el más estudiosito)… Él iba a mi casa… y yo iba a la suya… Algunas veces (Angio) almorzaba en mi casa… y yo nunca en la suya…(…)… Con el tiempo aprendí algunas cosas de él, como por ejemplo a no ser tan callado y andar en grupos…(…)… En horas de recreo, su principal pasatiempo era besar y besar a su enamorada en frente de todos, intercambiando fluidos salivares entre ellos... Los que no teníamos enamorada, simplemente aplaudíamos (literalmente)…Había también una niña (en sentido figurado) que tenía en su vida una experiencia sexual extremadamente avanzada y desplegada… el sexo en su vida era como el pan nuestro de cada día… Adicta al orgasmo… Maniática del placer… o al menos eso era lo que nos daba que pensar… (…)… Como todos (en mi salón) sabían que yo era el novato, (ellos) querían darme como regalo de fin de año una iniciación en la vida sexual con aquella compañerita de cuerpo muy bonito, pero de rostro no tan agradable… Ella estaba de acuerdo… Yo me cagaba de miedo… Angio era el instigador, el inquisidor, el profano ser que buscaba a toda costa ser padrino en mi comienzo sexual; pero, no lo consiguió… Mi timidez fue más grande, el pánico me gobernó, y aquella sacerdotisa de los placeres genitales no tuvo mejor idea que desquitarse con el gringuito, Jonathan Hansson, y ser él quien ocupe mi lugar… (…)… Al mes nos enteramos que Hansson se había contagiado de una infección de transmisión sexual… Estaba por demás preguntar como lo había adquirido… (…)… El segundo año de secundaria la pasé entre nuevos amigos, observaciones de ósculos diarios y persecuciones de ingreso a la sexualidad… Ese año, no me atrajo ni una sola niña… (…)… Fin de año… Llegaron las vacaciones, tiempo de viajar y relajarse… tiempo de ir a Lima… tiempo de visitar a mi tío Rodrigo… el técnico de primera de la Fuerza Aérea del Perú… el técnico Suarez… siempre dedicado a su trabajo, esforzándose cada día más… saliendo siempre temprano de casa y regresando tarde a ella… algunas veces solo lo veíamos los domingos que no tenía que ir a la oficina… (…)… Mis vacaciones las pasaba en su departamento con el sol del verano y con las playas dominicales… Vivía en el tercer piso de un edificio en el distrito de Surco… Tenía tres hijos, dos mujeres y un varón… pero, aun eran pequeños… En su departamento también vivían dos primas (hijas de otros tíos míos)… Roberta (era la mayor con dieciséis años), de tez morena, no tan agraciada y Mercedes (de catorce años), la colorada, la picante, la mañosa, la tramposa… pudiéndose decir que ella fue mi maestra en técnicas del amor… De lunes a viernes mis primas (mayores) y yo, estábamos solos en casa, debido a que mi tía trabajaba en la mañana y regresaba en la tarde, y mi tío salía en las mañanas y volvía por las noches… Las mañanas eran nuestras… vacilándonos de todos y de nada… jodiendo a mis primas mientras una cocinaba o aseaba la casa y la otra lavaba o planchaba la ropa (los niños jugaban en sus cuartos)… A veces, en nuestras horas de ocio, poníamos una cinta de película en el betamax y hacíamos canchita para ver con más comodidad… Así la pasábamos, hasta que un cierto día Meche (como decíamos a mi prima Mercedes) ingresó a mi cuarto, que era el lugar de planchado, y armó el caballete y colocó las ropas arrugadas encima de mi cama -¡Hora del planchado!- exclamó eufóricamente ingresando a mi cuarto en sostén transparente y con un pequeñísimo short mostrando sus piernas blancas y gorditas… mientras mi mirada atónita y de desconcierto se apoderaban de ella -(¿Qué carajos fumó esta cojuda?)- me preguntaba… Yo era un muchacho ingresando a la pubertad, y mis ansias de descubrir muchas cosas se estaban haciendo realidad… Me quedé en mi cama, al costado de las ropas arrugadas, y comencé a leer una revista que había encontrado (la noche anterior) en la sala…

CONTINUARÁ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario