viernes, 11 de noviembre de 2011

PARTE 17

Me quedé callado por unos instantes, y agarré el mp3 que estaba puesto en la mesita al costado de la cama y presioné el botón “stop”. Maricarmen se había quedado dormida víctima del vino que estábamos tomando en complicidad con la historia que estaba contando. Aunque no fue del todo aburrida (para mí). La acomodé en la cama mientras dormía profundamente y la abrigué con un cobertor que estaba al pie de la cama. Salí del cuarto 203. Eran las siete de la noche. Salí del hotel y fui a mi casa. No había otra cosa más que hacer.

A la mañana siguiente, fui temprano a la oficina de coordinación y encontré muy preocupado a Joaquín en frente de la computadora de gerencia y alcaldía -¡Buen día!- saludé -¡Hola cumpita!- respondió a mi saludo concentrado en lo que estaba haciendo.

-¿Te ayudo en algo?- pregunté.

-¡No!- dijo rápidamente -¡No es necesario cumpa! ¡Solo estoy revisando unos documentos que había hecho y quería corregir algunos puntos!...

-¡Bueno! ¡Estaré fuera por si necesitas de mi ayuda!- dije.

-¡Más bien! ¡Tómate el día libre! ¡Nadie vendrá a trabajar en este día!...

-¿Así? ¿Y por qué? ¡Que yo sepa hoy no es feriado! ¿O estamos celebrando “El día internacional del cacherito”?- dije confundido pero a la vez contento de que no haya trabajo en el día y así pasar el día con Maricarmen.

-Ja, ja, ja ¡Que buena! ¡“El día del cacherito”! ¡Nuestro día!- dijo riéndose fuertemente -¡Esa es buena!...

-¿Entonces?- pregunté.

-¡Es que hoy trabajaremos solamente el alcalde y yo!- respondió.

-¡Ah! Si es así… entonces, soy fuga…

-¡Pero, si hay alguna cosa te llamaré en una!...

-¡No hay problema!- dije. Y salí de aquella oficina aun confundido ya que nunca la habían cerrado para trabajar solamente dos personas y mucho menos el alcalde y Joaquín.

Fui rápidamente al hotel donde estaba alojada la monga. No había necesidad de anunciar mi llegada. Ya todos sabían a donde me dirigía dentro del hospedaje.

-¡Buen día!...

-¡Hola monguito! ¡Buen día!- respondió.

-¿Cómo estás?...

-¡Con un terrible dolor de cabeza! Anoche me quedé dormida… ¡Sorry!...

-No te preocupes…

-Me siento culpable por no prestarte atención mientras hablabas…

-No te preocupes… además todo quedó guardado en el mp3…

-Lo sé; pero, de todas maneras no era justo que me haya quedado dormida…

-Ya olvídalo… Además estábamos tomando el vino y eso hizo que el sueño te domine…

-¡A la mierda! ¡Como me duela la cabeza!...

-¡Tomemos un buen desayunito para levantarnos el ánimo!- propuse.

-¡Sí! ¡Quiero algo helado para matar a este puto dolor de cabeza!...

-¡Date un baño y vamos a desayunas! ¡Yo invito!...

-¡Ok señor! ¡Será lo que usted ordene!- dijo y se levantó de la cama aun con flojera. Tomó la toalla que está colgada en un perchero y con una mirada coqueta me lazó un guiño y sacó su lengüita de una forma muy traviesa. Yo esperé sentado en la cama mientras ella terminaba de ducharse.

Salimos de la habitación con rumbo a la cafetería del hotel sonriendo y sin decir ni una sola palabra. Pedimos un desayuno continental. Luego ella me miró y dijo -¿Qué te parece si vamos a la piscina?- (…) -¡Tú sabes que no sé nadar!- (…) -¡No vamos a nadar! ¡Solo vamos a remojarnos un poquito! ¡Nada más!- (…) -(¡Eso dicen todas! ¡Al final siempre es lo contrario!)- pensé -¡Bueno! Está bien, iré a mi casa a ponerme algo para meterme en la piscina- (…) -¡No mongo! Déjame hablar con Miguel, el chico del restaurante! ¡Anoche vi cuando le daba un short a uno de los huéspedes para que se pueda meter a la piscina!- Maricarmen fue al restaurante y habló con el mozo. Este sonrió y fue a un cuarto cercano y volvió con una trusa playera de color fucsia con motivos florales -(¡Que rosquete!)- pensé, imaginándome como me vería con aquel traje -¡Vamos al cuarto a que te pongas el short!- acepté sonriendo. Me había vencido al aceptar la proposición de meterme a la piscina con la trusa fucsia gay.

Fuimos al cuarto, ella sonriendo y yo imaginándome como saldría de ahí, luego me dio la prenda y comenzó a desvestirse delante de mí comenzando por desprenderse de su blusita blanca con la imagen de Betty Boop -¡Qué esperas!- me dijo mirándome desconcertada -¿Qué esperas de qué?- pregunté -¿Por qué no te cambias? ¡Ponte el short!- dijo terminando de sacarse el polito y desprenderse del shortcito que llevaba puesto quedándose en una diminuta tanguita blanca.

Quedé inmóvil. Quedé pasmado. Quedé acojudado. Ella se acercó a mi lado. Se detuvo frente a mí y me miró fijamente a los ojos sin decir una sola palabra comenzó a quitarme el polo que tenia puesto. Levanté los brazos para facilitarle su labor. No dijimos nada. Quedé con el dorso desnudo. Ella puso sus manos en mi pecho y seguía mirándome a los ojos con la mirada más tierna que había visto. Luego bajo sus manitas hacia el broche de mi pantalón y lo desabrochó con una picardía magistral y bajó el cierre quedando expuesto mi bóxer negro a pocos centímetros de su tanguita blanca. Con la astucia de un felino logré bajar mi pantalón con leves movimientos de cadera y piernas, casi imperceptibles. Ella cerró los ojos. Hice lo mismo. Comenzamos a acercar nuestros labios y sentimos el roce de un beso. Nos acariciamos suavemente, mientras escuchábamos a los lejos una canción de los Enanitos Verdes que no iba con el momento, pero la escuchábamos, Me Cansé de Amarte, era aquel tema. Las caricias eran suaves y placenteras. No abríamos los ojos. Solo sentíamos las yemas de los dedos recorren nuestras espaldas. Mientras a lo lejos, algún puto seguía escuchando temas de Enanitos Verdes, pero esta vez era otro tema, Dame Otra Oportunidad. Sentí su cabeza reposar en mi cuello. La abracé fuerte. Nos alejamos de todo en ese instante. El mundo solo giraba para nosotros. Nos envolvimos en un silencio de nostalgias y (tal vez) de recuerdos. Volvió a mirarme a los ojos -¡Pongámonos los trajes de baño!- me dijo y nos separamos lentamente. Ella entró al baño con un bikini celeste y yo me quedé parado con el pantalón abajo agarrando el short fucsia con motivos florales. No tuve más remedio que ponerme el bendito traje y esperar a que ella salga del servicio higiénico. La espera no fue demasiada. Salió del baño con aquel bikini celestito que le quedaba de maravilla mostrando su abdomen plano, su cintura pequeña y caderas anchas. Sentí una erección notoria, a lo que ella solo dijo -¡No seas muy evidente mongolito! ¡Vamos a la piscina para que se te pase la calentura!- fuimos caminando en silencio. Ella sonriendo y yo avergonzado por mi traje.

Llegamos a la piscina, y gracias a Dios no había ni un solo huésped que haya querido darse un chapuzón a esas horas de la mañana. Rápidamente me metí al agua para así disimular mi ridículo y colorido traje. Ella hizo lo mismo, pero no por vergüenza. Se acercó a mí y me abrazó -¡Te quiero mucho! ¿Lo sabías?- (…) -¡Y yo a ti monguita! ¡Y yo a ti!- dije abrazándola.

-¡Disculpen! ¿Les gustaría algo de beber?- preguntó Miguel.

-¡Una jarrita bien helada de refresco de camu camu!- pidió Maricarmen.

-¡Carajo monga! ¡Ya estas aprendiendo!...

-¡Capto al toque todas las lecciones!- respondió sonriendo.

Nos refrescamos un rato al borde de la piscina. Ella nadaba cual sirena en una pecera. Yo solo sumergía mi cabeza de vez en cuando para mojarme el pelo y no quemarme demasiado por el sol.

-¡Que te parece si continuamos con la historia!...

-¡Como gustes monguita!- respondí.

Salimos del agua. Nos secamos con unas toallas y luego nos envolvimos con las mismas para ir corriendo a la habitación para continuar con la grabación. Una vez dentro buscó el mp3 que lo tenía en su mesita de noche. Yo saqué del friobar una botellita de vino que estaba muy helada y serví en un par de vasos. Ella tropezó en unas maderitas que estaban saliendo del piso y llegó a mi lado -¡Carajo! ¡Este piso de mierda me hizo ver miles de estrellas! ¡Pero, que chucha! ¡Acá está! ¡Continuemos con el relato!- presionó el botón de retroceso y casi al instante presionó el “play”.

-¡Como no doctor! ¡Bueno jóvenes, queda pendiente la presentación de Edú para la próxima clase!- (…) -¿Edú? ¿Eduardo Suarez? ¿A él le toca presentarse?- dijo el decano -¡Así es doctor!- respondió la profesora -¡Lastima Suarez, será para la próxima!- dijo mirándome aquel decano bonachón… Y en el fondo de mis sentimientos amé a aquel hombre por haber interrumpido aquella clase…-

-Pues, sí… Amé a aquel decano, sin mariconadas, por la interrupción que hizo en aquella clase… Me sentía lleno de vergüenza ante una supuesta exposición personal con tantas personas mirándome… En aquellos tiempos era más retraído que ahora… Tenía vergüenza de que decir, de encontrar las palabras correctas ante los demás… Tartamudeaba, temblaba, mis manos sudaban… Pero, todo eso quedaría a un lado ya que una llamada telefónica hizo cambiar todo, en parte verdad y en parte mentira… Mi madre llamó a la casa y me dijo para venir a Pucallpa a pasar mi cumpleaños con ellos… Me agradó la idea… No era la primera vez que hacia ese tipo de viajes repentinos de ida y de vuelta… Acepté en una y fui a tu casa a despedirme sin saber cuál iba a ser la realidad… Aquella tarde salimos a caminar como siempre lo habíamos hecho, solo que nuestros cuerpos presentían que algo estaba por ocurrir o al menos eso pensé… Al regresar a tu casa nos abrazamos fuertemente como si hubiese sido la última vez que nos viéramos… Nos besamos suave y muy tiernamente siendo nuestros únicos testigos nuestros cuerpos y “Colita”, tu perrita chihuahua -¡Subamos a mi cuarto!- me dijiste… Yo obedecí sin murmurar ni una sola palabra… No pensamos que tus padres regresarían en cualquier momento… o mejor dicho, no nos importó nada de nada… Subimos agarrados de las manos sin decir ni una sola palabra y me condujiste a tu habitación… Era un cuarto muy ordenado, con un tocador donde estaban tus accesorios de maquillaje, al igual que tus perfumes y al costado un espejo grandísimo con el cual podías verte de cuerpo entero… un armario antiguo frente a tu cama que pertenecía a tu abuelita y que te lo había regalado cuando tú aun eres pequeña… Apagamos las luces… Nos abrazarnos y comenzamos nuevamente a besarnos bajo la sutil oscuridad de tu cuarto… Torpemente fuimos desprendiéndonos de nuestras ropas… fuimos extremadamente arriesgados al estar ahí, en tu cuarto, amándonos como nunca antes lo habíamos hecho… Aquel día te entregaste a mí en cuerpo y alma… No hay que explicar mas, solo tú y yo lo sabemos… Quedamos abrazados en tu cama, bañados en amor, sudor y placer… Tú me abrazabas recostada en mi brazo como para no dejarme nunca, yo te acariciaba y besaba la cabecita… Luego escuchamos el estruendo de la puerta de la sala al cerrarse de golpe -¡Maricarmen! ¿Hijita, estás en casa?- (…) -¡Mierda! ¡Mis padres!- (…) -¡La cagada!- respondí -¡Mari! ¿Bebe, estás en tu cuarto?- (…) -¡Sí mami! Acá estoy- (…) -¿Por qué pusiste seguro por dentro? ¿Te encuentras bien?- (…) -¡Sí mamá! Estoy bien, no te preocupes- (…) -¡Abre la puerta! Quiero hablar contigo- (…) -¡Un ratito má! Estoy terminando de cambiarme de ropa- (…) -¡Abre ahora mismo Maricarmen!- dijo tu madre en tono enérgico -¿Qué pasa?- se escuchó preguntar a tu papá -¡Nada! Solo quiero hablar con la hija- (…) -¡Maricarmen! Abre la puerta de tu cuarto- dijo tu padre -¡Ya voy papá!- dijiste y te levantaste a abrir la puerta de tu habitación -¿Todo bien hijita?- (…) -¡Sí papi! Todo está bien- (…) -¡Bueno! Voy a darme un duchazo… las dejo solas para que conversen- Tu padre salió de la habitación y tu mamá entró inmediatamente, cerró la puerta con seguro y se sentó en la cama -¿Todo está bien?- (…) -¡Sí mamita! Todo está bien, no hay de qué preocuparse- (…) -¡Luego hablaremos de madre a hija!- escuché decir en tono firme -¡Voy al cuarto con tu papá! ¡Estaremos ahí por un rato! ¡No saldremos!- (…) -¡Sí mami! Está bien- se levantó de la cama y salió del cuarto dejando la puerta abierta, luego se escuchó cerrar la puerta de su cuarto -¡Mi mamá se dio cuenta! ¡Ya, sal de ahí!- dijiste y salí debajo de la cama…

-Después que te fuiste, como a la media hora, entró nuevamente mi mamá y hablamos por casi dos horas- me dijo la manguita.

-¿Y qué fue lo que te dijo?- pregunté.

-Me dijo que no juegue con fuego, que aun estaba demasiado joven para hacer cosas que aun no debo de hacer; pero, que todo estaba en mi responsabilidad, en saberla conducir, en tomar las riendas de mis actos… Luego me dijo que se dio cuenta que estabas escondido debajo de la cama, y que se sentía mal por ello… No sé si sintió desilusión por mí, tampoco creo que por ti; pero, me dijo que nos adelantamos a todo… que habíamos ido muy rápido… que teníamos que conocernos mejor… pero, que tampoco podía hacer nada para cambiar lo sucedido… Me preguntó si había sido mi primera vez… Le dije que sí… y que te amaba… y que tú sentías lo mismo por mí… Ella me dijo que ojalá no me equivoque y me dio un beso en la frente y me acarició el rostro como nunca antes lo había hecho… (…)… Después, llamé a tu casa y nadie me contestó… insistí por varios minutos, pero fue en vano… nunca nadie contestó…

-Nunca me contaste lo que te había dicho tu mamá…

-Era un tema entre madre e hija… Pero, bueno, que más hiciste…

Quedé en silencio por unos instantes y luego proseguí con mi relato.

-Después de aquel incidente pasamos una semana muy buena, yo asistía a la universidad y luego iba a visitarte saliendo de clases, aunque sea un poquito… Hasta que una tarde de fin de semana, recibí la llamada de mis padres diciéndome que querían que pase mi cumpleaños con ellos… Acepté ya que era un fin de semana mas como las mayorías de veces… Fui a tu casa y te dije que viajaría a Pucallpa el viernes por la noche y regresaría el domingo por la noche… Recuerdo que lloraste mucho aquel día como presagiar lo que ocurriría… Me sentí mal por eso… Vine a Pucallpa y cambió todo… mis padres me hicieron quedar para estudiar acá ya que en Lima me dedicaba mas a huevear que a estudiar…

-No es cierto… también estudiabas- dijo Maricarmen acompañada de una risa socarrona.

-Sí, de vez en cuando… pero, si estudiaba…

-Claro, cuando te exigía…

-Pero lo hacía… y ya no cortes que se me escapará la ilación…

-Ok señor, continúe…

-Me llené de una rabia inmensa de solo el hecho de venirme a Pucallpa y alejarme de ti… era lo que más me importaba en ese momento… (…)… No sabía cómo decírtelo… no tenía valor para hacerlo… Dejé pasar una semana y te llamé… Dijiste que era un malo, un despiadado y sin sentimientos… que me amabas y que te hacía demasiado daño… No comprendiste o quizás no comprendí lo que sucedía… luego cortaste la llamada… Me sentí peor de lo que estaba… Me fui a mi cuarto, me eché en la cama y encendí el minicomponente que tenía en la cabecera y puse un casete de Arena Hash, y la voz de Pedrito Suarez comenzó a entonar una canción propicia para el momento “Como Te Va Mi Amor”… Recordé todos los momentos que pasamos juntos, desde cuando éramos amigos el instituto hasta cuando fuimos enamorados… No se me escapó ni un solo momento… Sonreía y la melancolía me invadía… (…)… Resignado a perderte continúe mi vida, con la idea de que me odiarías para toda la vida… y qué decir de tus padres, en especial de tu mamá… Pero, el tiempo siguió por su camino y me llevó con él… (…)… Mi madre como siempre, enseñando a sus alumnos en la “Escuelita” particular de casa… Mi padre elaborando planos para distintas construcciones de la ciudad y yo saliendo a visitar a algunos amigos de antaño… (…)… Conocí a muchas personas, amigos, simpatizantes, colaboradores, sobones y etcéteras… Tuve varias enamoradas, una de ellas fue la hija del rector de la universidad de Pucallpa, me enamoré como un loco de ella a pesar de los siete años de diferencia que existía entre nosotros… no nos importaba…

-¿Te refieres a Isabella?- preguntó.

-Sí… (…)… Ella aun estaba en el colegio cuando fuimos enamorados… al principio estuvimos a escondidas tratando que nuestros padres no se enteren de lo nuestro; pero, al pasar el tiempo ya no nos importaba nada… queríamos que todos lo sepan, desafiando al mundo… pero, esa es otra historia que luego contaré…

-¡No jodas! Cuéntamelo…

-Luego monguita, luego… (…)… Ingresé a la universidad de Ucayali, a la facultad de ingeniería de sistemas, conocí a más amigos, que hasta ahora llevamos contacto… (…)… Siempre traté de mantener un silencio en mi relación con Isabella dentro de la universidad, ya que la simpatía de su papá no era muy favorecida, habiendo siempre opositores a cada gestión administrativa, siempre hay algunos mierdas jodiendo en todos lados… yo trataba de alguna manera mantenerme al margen de esos líos… pero, nunca nada es oculto… Isabella era deportista destacada en básquet, y yo iba a verla jugar de vez en cuando al coliseo cerrado cuando tenía algún campeonato inter colegios, y fue ahí que algunos de mis compañeros de salón me vieron tomados de la mano y besándonos… Ella no era la chica de cuerpo perfecto, era gordita sin exageraciones… Me encantaba estar con ella, verla tan solo un instante era suficiente para amarla más… besar sus labios era lo más sublime que podía tocar… Me había enamorado como un adolescente… Ella me decía: “Mi bebeto”, me recostaba en su falda y acariciaba mi cabello susurrándome cosas bonitas… Una cierta vez nos vieron tomados de la mano en uno de los tantos campeonatos de básquet y luego nos besamos sin importar quién nos vea ya que algunos profesores opositores de la gestión de su padre que laboraban en la universidad están ahí apoyando al equipo perdedor, ya que el equipo de mi amada les había roto el culo de tantas canastas que habían metido… (…)… Al día siguiente, casi todos en mi salón se habían enterado que era el yerno del rector; pero, no jodían… siempre hubo un respeto hacia mi… y no es que sea un bacán, ni nada por el estilo, solo que si yo no me metía con ellos, ellos tampoco lo harían conmigo… y así paso el tiempo… Mis amigos más cercanos si sabían que Isabella era mi enamorada y siempre jodían diciendo que yo era el intocable de la universidad, siendo falso… (…)… Recuerdo una vez ingresando a una de mis clases en la universidad que un grupo de huevones que siempre me jodían cuando entraba a clases, claro en el buen sentido de la palabra, nunca hacían bromas pesadas conmigo, había cierto respeto para con mi persona por ser el yerno del rector, pero la joda era que cuando yo pasaba por ahí, uno de ellos, Juan Arancibia, se paraba en frente a mí y con voz de rosquete me decía -¡Edú hazme tuya, hazme el amor apasionadamente!- y todos se comenzaban a cagar de la risa por aquella parodia arrosquetada… yo solo me limitaba a sonreír ante aquella caricatura… y eso era de casi todos los días… el mismo muchacho… la misma mancha… la misma joda… la misma mariconada… Hasta que en una oportunidad llegué recontra empinchado y tarde a clases (motivo: la clásica peleíta con la enamorada por la cual no soportas ni mierda con el resto del mundo), estaba dispuesto a no aguantar ningún tipo de bromas… y para la mala suerte aquel individuo se me puso en mi camino y comienza su teatro de mariconearse conmigo y a decirme -Edú… hazme tuya de una vez por todas, quiero sentir tus labios junto con los míos- y sus amigos se vacilaban por aquellas poses, yo no estaba en mis sentidos puestos ni mucho menos orientados… Me paré frente a él, lo miré fijamente, agarré su rostro fuertemente sin tiempo a que él reaccione y le di un tremendo beso en la boca que el muy huevón se quedó cojudo, y sus patas comenzaron a cagarse de risa diciéndole -¡Viste huevón te quedaste cagado!- yo seguí mi camino sin hacer caso a nadie, pensando en mi interior -(¡Jódete rosquete, la próxima te irá peor!)-… Al salir de clases, pasé nuevamente por donde se encontraba aquella mancha, y cuando el muchacho, Juan, que siempre jodía me vio me dijo en tono varonil -¡Edú! ¿Cómo estás hermanito?-… desde ese día hasta ahora, nunca más me volvió a joder... Otra verídica me ocurrió en clases de dibujo técnico con un cuasi profesor e ingeniero de apellido Chota... En aquella ocasión enseñaba a utilizar las escuadras para poder formar ángulos con ellos… y no había forma de equivocarme en utilizar dichas herramientas de dibujo ya que mi padre es ingeniero civil y desde pequeño estuve familiarizado con esos materiales… aquel individuo se acerco a mi lado y me dijo -¿Ya terminaste?- (…) -¡Sí!- respondí -¡Que rápido!- me dijo y siguió observando el trabajo de mis compañeros… Volteé hacia mi costado y vi padeciendo a uno de mis amigos en el manejo de la escuadra… Al parecer no gustó a Chota y se acercó velozmente y se paró frente a mi -¿Terminaste con tu trabajo?- preguntó -¡Sí!- respondí -¡Entonces lárgate!- dijo prepotente -¿Perdón?- dije -¿No escuchaste? ¡Lárgate!- volvió a decir sacando al indio que tenía dentro de mi -¡Pídeme por favor y me retiro!- dije airadamente -¿Cómo?- dijo -¡Pídeme por favor y me retiro!- volví a decir causando una explosión de toxinas y microbios saltando dentro de aquel cuerpecito de baja estatura y malformado que tenia frente a mí y que se hacía llamar profesor -¡Te estoy diciendo que te vayas de mi salón!- gritaba como mujer resentida tras su hombre… mis compañeros miraban anonadados aquella escena inverosímil -¡Ya te dije! ¡Pídeme por favor y me retiro!- culminé -¡Por favor retírese!- dijo -¡Eso es otra cosa! ¡Ahora si me voy!- dije victorioso y salí del aula -¿Te crees un bacán? No sabes con quien te estás metiendo- me dijo en tono retador -¡No me importa! Tú tampoco no sabes con quien te estás metiendo- dije aceptando su reto, teniendo en mente que yo tenía mucho que perder al enfrentarme ante un profesor, así sea un mediocre… Salí a caminar hasta que termine el cambio de clase, y por gracia divina me encontré con Isabella y una de sus amigas, ambas estaban recorriendo el campus universitario ya que habían ido de visita acompañando a la mamá de Isa, la señora Francisca o Panchita como todos le decían cariñosamente… Apenas Isa me vio corrió a mis brazos y nos abrazamos fuertemente… Cual Magdalena le conté enojado todo lo que había sucedido con el rechucha de su madre de cuasi ingeniero profesor -¡Ya no te enojes mi amorcito lindo precioso!- me dijo -¡A veces mi tío se pone súper jodido!- (…) -¿Tu tío?- pregunté -¡Sí amor! Es mi tío- quedé callado por un momento -¡De todas maneras tu tío es un soberano hijo de puta!- dije -¡No hables así! Hablaré con mi mamá para que le ponga en su sitio- (…) -¡No es necesario amorcito! Puedo salir de esta- (…) -¡Esta bien señor sabelotodo!- me dijo con una sonrisa dibujada en su rostro de niña, luego nos sentamos en la veredas de una de las aulas que estaban vacías y me recosté en su falda -¡Loco! Siéntate… alguien puede vernos- dijo -¡Es sábado! Hoy no hay alumnos en la universidad- dije -¡Tontito!- dijo acariciándome la cabeza… Al poco instante pasó por nuestro costado el profesor enloquecido de la clase de dibujo técnico y como era obvio nos vio muy acaramelados -¡Amor tengo que volver a clases!- dije -¡Sí! Yo también tengo que buscar a Viviana que debe de estar esperándome en el cafetín- nos dimos un pequeño; pero, dulce besito y nos despedimos -¡Te Amo!- me dijo al final -¡Y yo a ti!- le dije y fui nuevamente a mi clase de dibujo técnico… Al entrar al aula todos me miraron sin decir una sola palabra… Me senté en mi silla a esperar que termine la hora de clase… Al cabo de unos minutos ingresaba el seudo profesor -Eh... ¡Alumno Soria!- dijo parándose frente a mí -¡Sí! Dígame- respondí -¡Quiero pedirle disculpas, delante de todos tus compañeros, por el pequeño incidente que ocurrió hace unos instantes- dijo en tono vencido -¡No se preocupe! Pero, que no se vuelva a ocurrir- dije rematándolo ante mi victoria… Sabía que aquel profesor tenía que estar bien con el “yerno del rector”… Uno de mis compañeros dijo en voz alta: -¡Lo cagaste Edú!- causando la risa de toda el aula… sonreí victorioso y algo soberbio… Sentía que tenía el poder… (…)… Amé como nunca a Isabella… a pesar de mi edad, nunca antes me había enamorado verdaderamente de alguna chica… y esa muchachita había logrado conquistarme dejando a un lado las inhibiciones de mi mente en buscar a la chica de medidas perfectas… Me había enamorado… (…)… Aquella relación duro casi cinco años… Tres años a escondidas y dos abiertas al mundo… Pero, no toda historia de amor es eterna… Llegó un día en que su padre le dio a escoger entre su carrera y yo… (…)… Fue inteligente y escogió su profesión… (…)… Me dolió como mierda aquella ruptura, fue la primera vez que lloré por una enamorada… Sentí que mi mundo se caía en mil pedazos… Recuerdo que aquel día estuve en casa de mi primo Christopher Vásquez, él estudiaba con ella en el mismo salón del colegio, y era (a veces) nuestro “Cupido” ya que nuestros encuentros clandestinos eran en su casa en complicidad con las mejores amigas de Isabella… Aquellos encuentros fueron mágicos… y aunque pasen los años siempre quedarán imborrables en mi mente…

-¡Qué lindo!- me dijo la monguita con una mirada de nostalgia -¡Ojalá Christopher también sienta por mí, lo que tú sentiste por Isabellita!...

-¡Y tú que sientes por él!- dije.

-¡No comencemos con lo mismo!...

-Era solo una pregunta…

-No la hagas…

Sin darnos cuenta, ya era de noche y seguíamos tomando el vino heladito de aquella habitación. Entre risas y miradas, estábamos con un poco de alcohol en nuestra sangre -¡Edú!- me dijo -¡Mañana me regreso a Lima a primera hora!...

-¿Qué?- respondí aun medio alcoholizado y desconcertado.

-Salgo para Lima a las cinco de la mañana, en el primer vuelo de Lan…

-¿Y me lo dices recién ahora?...

-Pensaba no decírtelo… pero, lo hice…

-Porque no decírmelo e irte así sin decirme nada…

-Quise darte de tomar de tu propio chocolate- dijo con una sonrisa tímida.

-Pero, yo no lo había hecho queriendo… Fueron las circunstancias los que nos alejaron…

-Por eso mismo, te tuve que decir que mañana me voy… por las circunstancias… Entiendo que de una u otra forma no tuviste otra elección de regresar… Es por eso que vine a Pucallpa… para encontrar de una u otra forma alguna respuesta… y este proyecto que tengo me ayudó a entender muchas cosas y sacar las respuestas a muchas interrogantes que tenía en mi mente… ¡Gracias por abrir tus recuerdos hacia mí!...

Quedé callado por unos instantes sin poder emitir alguna palabra. No sabía que decir.

-¡Discúlpame!...

-¿Por qué tendría que disculparte?- dije -No hiciste nada malo…

-Pienso que utilice el pretexto de mi proyecto para sacarte información que tal vez nunca me lo dirías… No como para explicármelo si te lo hubiera preguntado directamente…

El silencio se había apoderado nuevamente de mí. Maricarmen Mendoza se paró frente a mí. Me tomó de las manos e hizo que me ponga de pie. Ahora ambos estábamos frente a frente a pocos centímetros uno del otro -¡Bésame!- me dijo -¡Bésame como la primera vez que fui tuya! ¡Quiero sentirte nuevamente en mí! ¡Quiero que me ames como ese día! ¡Quiero llevarte en mi mente por siempre! ¡Quiero ser tuya otra vez!- Me acerqué lentamente y comencé a besar su rostro rosando con mis labios cada milímetro de sus facciones. Sus manos iban quitándome el polo que llevaba puesto. Yo hacía lo mismo quitándole el polito de Betty Boop que llevaba puesto quedándose con aquel sostén blanco. Ella me abrazaba tiernamente acariciando mi espalda con la yema de sus dedos. Lentamente quite el seguro del brasier y lo dejé caer al piso dejando delante de mi aquel par de senos firmes y blanquitos. Ella no se quedaba atrás y desabrochaba el botón de mi pantalón que con mi ayuda pudimos sacarla y dejarla con las otras prendas en el piso. Juntamos nuestros labios lentamente. Aquellos besos mesclados entre pasión, deseo y demás sinónimos conjugados con la arrechura del licor hicieron que nos despojáramos de nuestras ropas interiores quedándonos completamente desnudos. Los besos y caricias se hicieron cada vez más intensas. Aquella habitación 203 fue testigo de un reencuentro de pasiones y perdones. Aquella tarde hicimos el amor como nunca antes lo habíamos hecho. Tal vez como una despedida, teniendo en cuenta que ella estaba comprometida e iba a casarse sin amar a su futuro marido. Esa noche amanecimos juntos. Y muy temprano la acompañé al aeropuerto. Al despedirnos me dio un beso en los labios y me dijo que me amaría por siempre. Sus ojitos marrones se humedecieron al despedirse. Quedé parado mirando por la ventana del aeropuerto hasta que el avión se eleve. Luego fui a mi casa. Aun todos dormían y no se dieron cuenta que recién había llegado o al menos eso me imaginé.

No volví a saber de ella. Nunca supe si aquel proyecto que ella tenía en mente sobre mi vida fue realidad o simplemente un pretexto para entender lo que nos había pasado. De todas maneras me sentí algo aliviado por haber aclarado de una u otra forma todo lo que había ocurrido. Aquella señorita de mediana estatura, cuerpo perfectamente moldeado por los continuos ejercicios matinales, de tez blanca, labios pequeños, ojos marrones y cabellos rizados negros como la noche más oscura, aquella noche había dejado en mí, una huella imborrable.

-¡Aló!… ¡Edú!…

-¡Hola Joaquincito!… ¡Buen día!… ¿Qué pasa hermano?…

-¡Haz tus maletas que estamos yendo de viaje en el deslizador del alcalde!… ¡Estamos yendo a Paoyhan por una semana!…

-¡A la mierda!… ¿Una semana?...

-¡No reniegues mucho compadrito!… También irá la secre…

Sonreí ante el comentario de Joaquín -¡Ok!… Voy a alistar mis cosas…



FIN…

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