viernes, 11 de noviembre de 2011

PARTE 13

Que mejor oportunidad para una noche romántica, atrevida, lujuriosa y esperada por mí… (…)… Estuvimos conversando y besándonos por varios instantes en la sala, cuando de pronto escuché en el silencio sepulcral de aquella noche oscura la voz de mi madre decir: -¿Muchachos, a qué hora piensan ir a dormir?-Cojudamente y con una inocencia pregunté: -¿Dónde va a dormir Lili?- A lo que Lily me miró como quien decir “la cagaste” -¿Cómo que donde?- dijo mi madre -¡Aquí en mi cuarto pues! ¡No habrás pensado que dormiría contigo! ¿O sí?- Sonreí a mis catorce años derrotado por mi madre… Aquella mujer que me dio la vida había desbaratado mis planes afrodisíacos… No quedaba más que resignarme y dejar que aquel cuerpecito femenino (también de catorce años) se aleje de mis garras afiladas… (…)… Aquella noche, mi padre durmió en el suelo... (…)… Muy temprano, luego del desayuno, fui con mi madre a la casa de Lili a dejarla sana y salva e intacta… Nos despedimos con un besito en los labios… Ya era mi enamorada, y sus padres aun no lo sabían…

-¡Esa parte de tu vida no la conocía! ¡Es una historia muy graciosa!- me dijo.

-Graciosa porque te la estoy contando… pero, si la hubieras vivido sería muy complicada…

-¡Continúa!- dijo Maricarmen.

-¡No monguita! Es mejor que nos vayamos… ya es muy tarde y los mosquitos saldrás a picarnos hasta el culo…

-¿Mañana iras a trabajar?- me preguntó.

-¡Sí!- respondí -¡Desde luego!...

-¿Iras a verme saliendo del trabajo?...

-¡Me daré un tiempo para ello!- respondí.

Salimos del Parque Natural, eran las cinco de la tarde. Marita estaba cansada, rendida, derrotada por la noche anterior, y eso que nos divertimos como antes lo hacíamos (cuando vivía en Lima), cuando nos quedábamos en Barranco los sábados por la noche saliendo de nuestras clases comunicación en la Charles Chaplin. Nos gustaba caminar agarrados de la mano o abrazados por ese distrito bohemio, poético, artístico y nocturno. Un lugar cargado de recuerdos. Camino de Chabuca Granda, y por consiguiente, del romanticismo peruano. Fina tradición en su arquitectura y sentir. Intimo para algunos, juerguero para otros. Para todos en común, una noche apasionante. Mayormente íbamos al Bar Sargento Pimienta. La música ahí ofrecía nuevos ritmos y mucho rock and roll. Algo de James Brown o Rolling Stones sacudía el cuerpo un sábado por la noche. Bandas en vivo todos los viernes. Lunes, martes y miércoles presentaciones de cantautores, poetas y lecturas de libros en el Sargento Pimienta Restaurant, Arte y Floro. Y los jueves, el tono más bravo de todo Lima. Cervezas dos por quince al abrir el bar. Viernes cover’s. Algunas veces íbamos a la discoteca Delirium, entre el cruce de la avenida Grau con la calle Martínez Pinillos a una cuadra de la avenida Sáenz Peña. El ingreso (para las chicas) libre en minifalda. Todo incluido por veinte soles de diez a once de la noche. Tomábamos todo lo que podíamos en whisky, vodka, ron, daiquiris, pisco sour yalgarrobina. Con bandas invitadas y DJ’s en las animaciones. Promociones todas las noches: Botellas de Johnnie Walker Red Label a cien soles más insumos, botella de Appleton ochenta soles más insumos, Cerveza 330ml a ocho soles. Promoción de cumpleaños: Cumpleañero Ingreso Libre (mostrando DNI). Barra libre,toda la noche (para el cumpleañero).

Esa noche, dejé a Marita en la puerta de la habitación 203 del Hotel Los Gavilanes. No hubo más que decir o hacer.

-¡Cumpita! ¡Tenemos que hacer un informe de toda la huevada que hicimos en la rendición de cuentas que dimos en Roaboya!- me dijo Joaquín, muy temprano, cuando llegué a la oficina.

-¿Incluyo todo?- pregunté.

-¡Desde luego maestro!- respondió -¡Menos la culeada que le diste a la secretaria!...

Sonreí, sabiendo que en realidad no había tenido nada (aún) con Katy. Simplemente besos y abrazos que (a ella) le habían parado el culo, y a mí, puesto como un cañón a punto de disparar.

Descargué algunas fotos de la actividad que había capturado con mi celular (la señal del celular no llegaba por esos lugares fluviales; pero, si podíamos tomar fotografías y escuchar las canciones que contenían aquellos equipos móviles). Coloqué algunos pies de fotografías como comentarios y algunas otras sugerencias como conclusión a mi informe. Un sello y una firma, culminaban con mi tarea.

-¿Terminaste?- preguntó Joaquín.

-¡Sí!- respondí.

-¡El Alcalde llega mañana y quiero hacer mi informe!...

-¡Claro! No te preocupes por mí… De hecho, ya estaba por irme a mi casa- respondí.

-¿Vienes por la tarde?...

-¡No creo!...

-¿Plan calzón?...

-¡Más o menos!- respondí. Joaquín sonrió.

-¡Ya pues Edú! Nos vemos mañana bien temprano…

Era el medio día, y me dirigí rumbo a mi casa sin desvíos. No pensaba en nada más que no sea el almuerzo. Luego de la comida, traté de dormir un poco; pero, no lo conseguí. Llamé a Maricarmen -¿Aló? ¿Monga?...

-¡Mongo! Por fin te acordaste de mí…

-¡Recién me desocupo!- respondí.

-¡Mentiroso! ¿Vas a venir?...

-¡Sí!- respondí -¡Solo quería saber si estabas despierta para ir a verte!...

-¡Ven!- respondió.

Saqué la motocicleta velozmente y me dirigí al hotel. Me sentía bien al lado de la monga. No sé si era por el tiempo que habíamos estado separados sin saber nada de ambos, o tal vez estaba despertando algo en mí que no sentía hace mucho tiempo. Pero, me sentía muy bien a su lado.

-¡Buenos días!- saludé a la recepcionista.

-¡Buenos días señor Edú!- me respondió muy amable -¡Aquí tiene la llave del cuarto de su novia!...

-¡No es mi novia! Es mi mejor amiga- respondí sonriendo.

Tomé la llave y subí a la habitación 203. Antes de ingresar, toqué la puerta para prevenir mi entrada -¡Quien!- dijo en voz alta.

-¡Soy Edú!- respondí.

-¡Mongo! ¡Pasa!- me dijo.

Ingresé y Marita estaba en el baño dándose un duchazo -¡Salgo en un momento monguito! ¡No soporto el calor de mierda de tu ciudad!...

-¡No te preocupes monga! ¡Acá estaré!- respondí sentándome en la cama y encendiendo la televisión -¡En la recepción pensaron que éramos pareja!...

-¿Por qué lo dices?- respondió desde el baño.

-La “niña” de la recepción me entregó las llaves de tu habitación diciéndome: “¡Aquí tiene la llave del cuarto de su novia!”…

-¿Y tú, que respondiste?...

-Que no somos novios, y que éramos los mejores amigos del planeta (exagerando un poco)… (…)… ¿Hice mal?- pregunté.

-No… hiciste bien… ¡Que tontita la chica de recepción!- respondió aun dentro del baño.

Al poco rato, salió del baño envuelta en una toalla rosadita -¡Hola!- me dijo.

-¡Hola!- respondí mirando su húmeda silueta.

-¡Ya no me mires mucho, que me gasto!...

-¡Yo te puedo mirar miles de veces porque eres mía!... Quiero decir… Mi… mi mejor amiga- respondí tartamudeando.

Marita me miró y sonrió -¡Quiero buscar algo que ponerme! ¡No voy a estar calata frente a ti! ¿O sí?- dijo subiendo su maleta encima de la cama y echándose en ella -¡Quiero buscar algo cómodo! ¡No quiero salir a ningún sitio! ¡Quiero quedarme acá en el cuarto contigo contándome tus historias!- dijo, encontrando su consentido polo blanco con la figura de Betty Boop, un short blanco no tan ajustado y un calzoncito del mismo color del short -¡No me vayas a mirar mientras estoy calata y me pongo la ropa!...

-¡No te preocupes! ¡Además, no hay nada que ya no haya visto antes!...

-¡Tonto! ¡No me hagas avergonzar!- dijo sonriendo y cambiando el color de su rostro de rosadito a rojo incandescente.

No voltee. No había morbo entre nosotros. Nos conocíamos muy bien como para observarnos a escondidas.

-¡Lista!- dijo, sentándose en la cama y agarrando un cepillo para desenredar sus cabellos negros y rizados -¿Comenzamos?...

-Me está gustando esto de volver a recordar mi pasado…

-¡Sí!¡Es interesante!- respondió sacando de su carterita el mp3 indispensable en mis narraciones -¡Vamos a retroceder solo un poquito!...

-…Aquella mujer que me dio la vida había desbaratado mis planes afrodisíacos… No quedaba más que resignarme y dejar que aquel cuerpecito femenino (también de catorce años) se aleje de mis garras afiladas… (…)… Aquella noche, mi padre durmió en el suelo... (…)… Muy temprano, luego del desayuno, fui con mi madre a la casa de Lili a dejarla sana y salva… Nos despedimos con un besito en los labios… Ya era mi enamorada, y sus padres aun no lo sabían… (…)…-¡Esa parte de tu vida no la conocía… es una historia muy graciosa!-…-Graciosa porque te la estoy contando… pero, si la hubieras vivido sería muy complicada…-

-¡Continuemos!- me dijo y presionó el botón de grabación.

-Aquella mañana, regresamos a nuestra casa casi en silencio… Mi madre me preguntó si ya éramos enamorados… yo respondí con un -¡Sí!- sin dar mucha explicación al respecto… Iba a visitarla cada fin de semana, un viernes o un sábado…. Aunque no tan frecuentemente, solo cuando tenía una fiesta o cuando quería ir con ella a la discoteca del momento, el Kashba… (…)… Raras veces, cuando no llevaba mi bicicleta, nos sentábamos a escasos metros de la carretera de Yarina, sobre unas tablas de maderas apiladas dejadas por algunos madereros clandestinos, y conversábamos poco, muy poco… Cuando iba a visitarla ocasionalmente, siempre estaba sola en su casa, sus padres eternamente regresaban tarde de la iglesia evangélica a la que pertenecían y mi visita se hacía más caliente cuando la encontraba con su pequeño short y su blusita pequeña y ajustadita… En aquellas circunstancias nuestros besos se hacían cada vez más sátiros, más lubricados, llegando a palparle cada pedacito de su adolescente anatomía con mis adolescentes manos, pero aún invadía en mí el temor a algo más, ya que aún no había sido inaugurado en la vida sexual… Cada vez que nuestros besos llegaban al borde de la pasión, del deseo, de la lujuria, de la arrechura, me detenía mariconamente causando en ella y en mí un leve enfriamiento carnal… ¿Fui un maricón?... Puede que sí… Puede que no… (…)… Fuimos enamorados por tres meses y unos cuantos días más… de las cuales a lo mucho fui a visitarla unas quince a veinte veces de aquellos noventa y picos días de ser enamorados… En uno de los pocos fines de semana ocasiones cuando iba a la casa de Lily para llevarla al Kashba me acompañó a la pista yarinense a esperar a uno de esos colectivos destartalados que invaden dicha carretera con destino a la ciudad, y nos sentamos en nuestras ya acostumbradas tablas de madera llenas de polvo dejándonos el culo completamente sucio al momento de levantarnos -¿Quiero hacerte una pregunta?- me dijo tímidamente con una sonrisa dibujada en su rostro de niña, mientras jugueteaba con sus deditos haciéndolos sonar, dándome la sensación de que se le iban a romper de tanto doblarlos -¡Dime! ¿Cuál es la pregunta?- respondí -¡No sé! Me da roche- dijo un tanto nerviosa -¡Que roche puede haber entre nosotros!- dije firmemente -¡Bien! ¡Ahí va! ¡Pero, no te burles!- respondió aun nerviosa -¿Hiciste el amor con alguna otra chica?- aquella pregunta causó una sobrecarga de respuestas en mi púber mente… ¿Qué le podía decir?… ¿Qué debía de decir?… ¿Qué carajos hago ahora? Eran las preguntas que venían a mi mente -¡Miente (carajo) y salte del apuro!- me dijo mi adolescente y desaconsejado subconsciente -¡Sí!- respondí, teniendo en cuenta que era una reverenda mentira -¿Y qué sentiste en tu primera vez?- me preguntó aun avergonzada con la sonrisa en el rostro, siempre jugueteando con sus deditos -(¡Chucha! ¿Y ahora, qué digo?)- pensé -¡Fue una experiencia única que no creo que lo vuelva a sentir, no sé cómo expresarlo!- fue lo primero que se me vino a la mente para poder responderle -¿Te gustó?- me preguntó -¡Sí!- respondí… Nos quedamos callados por unos instantes después de mi exclamativa respuesta… Aquella chica me estaba pidiendo a gritos desprendiendo por cada poro de su piel las ganas de tener su primera experiencia sexual conmigo y yo invadido por el temor de mi primera vez rechacé la propuesta involuntaria de Lily… No volvimos a tocar el tema, nunca más… (…)… Luego, nuevamente por mi inmadurez, perdí a otra buena chica…Como dije, solo iba a buscarla cada vez que quería salir a la discoteca, nunca para conversar sobre nosotros o nuestra relación… Siempre era para divertirme… Siempre reinaba mi egoísmo… (…)… Un cierto viernes por la tarde (no recuerdo la fecha), como a las seis de la tarde, decidí ir a visitarla y conversar… No había ninguna cita discotequera o fiesta en mi mente, solo quería conversar con ella… (…)… Llegué a su casa, toqué la puerta, y ella salió envuelta en una toallita con el estampado de una mujer semicalata… Se sorprendió ante mi inusual presencia -¡No me digas! ¡Tienes una fiesta y quieres que te acompañe a bailar!- me dijo -¡No!- respondí -¡Entonces quieres ir mañana sábado a alguna discoteca!- insinuó -¡Tampoco!- respondí -¡Quise venir a verte y conversar!- (…) -¿Tú? ¿Querías conversar conmigo?- me preguntó sorprendida -¡Claro! Somos enamorados y también tenemos que conversar de vez en cuando- dije -¡Mmm! ¡Edú! ¡Tenemos que hablar!- Aun no entendía el significado de aquel conjunto de palabras catastróficas cuando provinieron de ella -¡Nuestra relación no está funcionando! ¡Tú solo vienes cada vez que quieres divertirte! ¡Nunca para conversar o conocernos más! ¡Yo esperaba más de ti! ¡Fuiste mi primer amor de escuela y que por gracia de Dios nos hicimos enamorados ya de adolescentes! ¡Pero, quería más de ti! ¡Más comunicación! ¡Ahora ya es muy tarde!- (…) -¡Por eso mismo estoy viniendo, porque me di cuenta que nos faltaba eso!¡Aun no es tarde!- dije tratando de disculpar mi torpeza -¡Para mí ya es tarde! ¡Estoy saliendo con un amigo del colegio! ¡Me siento bien conversando con él sobre muchas cosas y está comenzando a despertar algo en mí que no sabría cómo explicarte!- No supe que responder… Sabía que había perdido… No tenía nada a mi favor… Tuve al amor de mi infancia como enamorada y la había perdido (nuevamente) por inmaduro, por huevón… Respondí con aquella frase que dicen todos los perdedores ante el rompimiento de una relación por mea culpa -“Pero, podemos seguir siendo amigos”- (…) -¡Desde luego que sí, lo último que podemos perder es nuestra amistad!- respondió… No hubo más que decir… Di media vuelta, agarré mi bicicleta, y regresé a mi casa… No dije nada a nadie sobre lo sucedido… Hasta que un día, mis padres me preguntaron porque no voy a ver a Lily… Simplemente respondí que ya no estábamos y no di más explicaciones… Aquella ruptura me dolió más que cuando Paulina había terminado conmigo… (…)… Seguí con mi vida colegial, entre las jodas de mis compañeros de salón y preparativos de la fiesta de promoción de colegio… (…)… Aquel año culminó entre fiestas en discotecas, reuniones privadas en casa de varios amigos, nada en especial… Sin enamorada… No la pasé tan mal… (…)… De mi fiesta de promoción de colegio, no tengo mucho que contar, solo que, mi pareja fue la hermana de mi amigo Germán, y la pasé completamente aburrido… (…)… El siguiente año (después de terminar el colegio) ayudé a mi viejo en su trabajo y así ganarme unas cuantas monedas… Él es ingeniero civil, un reputa en números, de joven lo llamaban “Pitágoras”… Yo lo apoyaba dibujando algunos planos con los clásicos implementos de un ingeniero civil, y digo clásicos, porque en aquellos tiempos no se utilizaban las tecnologías que ahora se aplican como el AutoCAD, ArchiCAD y otras huevadas más, en aquellos tiempos usábamos: el tablero de dibujo, las escuadras, los escalímetros, las plantillas de instalaciones sanitarias y eléctricas, los lápices portaminas, los borradores blancos especiales, las plumillas de diferentes medidas (que eran una especie de lapicillos con puntas muy finas, llegando hasta muy gruesas) utilizando preferentemente tinta china de la marca alemana Rotring (aunque suena confuso eso de utilizar tinta china alemana)… Ahí ganaba unos cuantos soles dibujando planos de instalaciones eléctricas e instalaciones sanitarias… lo que no recuerdo es en que gastaba lo que ganaba; pero, lo gastaba…

De pronto, el sonido de mi celular interrumpió la grabación.

-¿Aló?...

-¿Edú?...

-Sí, el habla… ¿Con quién tengo el gusto?...

-¡¿Cómo?!... ¿tan rápido te olvidaste de mí?...

Por un momento aquella voz me agarro acojudado, sin reconocerla -¡Soy Katia! ¡Katia Vásquez! Por si ya te olvidaste de mí- dijo.

-¡Hola Katy!… ¿Cómo estás?... ¿Cuándo llegaste?... ¿Dónde estás?... ¿Qué estás haciendo?...

-¡Son demasiadas preguntas para responderlas por teléfono!… ¡Qué te parece si vienes a mi casa y acá conversamos!... ¡qué dices!...

-¡Genial! Dame tu dirección…

-¡Ok!... Toma la carretera que va a Yarina y no pares hasta donde termina la pista… en la misma esquina esta mi casa… en un taller de mecánica… Tocas fuerte la puerta, porque voy a estar sola en casa y no se abrirá el taller el día de hoy… Mis padres y mi hermana salieron a un retiro espiritual de la iglesia evangélica a la que pertenecen y regresaran mañana después del medio día…

-¿Estás segura de eso?- pregunté un tanto incrédulo.

-¡Claro! No es la primera vez que lo hacen…

-¡Ok! En un rato estoy por ahí- respondí.

-¡Listo! Entonces, te espero amorcito- dijo y finalizó la llamada.

-¿Te tienes que ir?- me preguntó Maricarmen.

-Sí… Era la secretaria del alcalde de la municipalidad donde trabajo, y recién llegó de viaje…

-No te pregunté quién era… Solo te pregunté si tenías que irte…

-¿Estas enojada?...

-¡Sí! Y no preguntes porqué- respondió.

-¡Es solo mi amiga!- dije.

-¡No te estoy pidiendo explicaciones!… ¡Es tu vida y solo tú sabes como la estas llevando!…

-¡Solo iré a hacer unas coordinaciones para hacer mi informe sobre la actividad que realizamos en el rio!…

-¿Y qué tiene que ver la secretaria del alcalde con tu informe?… ¿o acaso también es tu secretaria?…

-¡No monguita, solo tiene que entregarme unos datos y ya!…

-Mmm… ¿y para eso tienes que ir a su casa el día de hoy? ¿Por qué no esperas hasta mañana para que te lo dé en tu oficina?...

-Porque mañana a primera hora estamos entregando el informe…

-¡Excusas y más excusas!…

-¡No son excusas!- dije poniendo una carita de bebito consentido.

-¡Bueno, no te retengo más y ve donde la “secretarita” a “recoger tu información”!… (…)… ¡Ahora se le llaman así a las perradas que ustedes hacen!…

Solo sonreí ante aquella escena de celos. Me agradó, viniendo de ella.

-¡Vete antes de que cambie mi estado de ánimo!- me dijo sonriendo resignada a quedarse otra vez sola en su habitación.

Me sentí un villano al hacer eso a la monguita; pero, la calentura me estaba ganando y fui velozmente a la dirección que Katy me había dado.

Eran casi las cinco de la tarde cuando llegué al lugar indicado. Una casa de madera, de dos pisos, sin pintar. Toqué fuertemente una puerta de fierro hecha artesanalmente para aquella vivienda. Nadie salía a recibirme. Insistí golpeando nuevamente, esta vez con una piedra que recogí al costado de la casa -¡Ya va!- escuché gritar dentro de la casa.

-¡Edú!...

-¡Hola Katita!- dije viéndola con un pequeño vestido rosado semitransparente no dejando nada a la imaginación.

-Pensé que no vendrías…

-¡Yo tampoco!…

-Que gracioso… pero, pasa, no te quedes fuera…

Ingresé en medio de motores desarmados, fierros retorcidos, oxidados y llenos de grasa, herramientas tiradas en una mesa y en el suelo. Cruzamos una pequeña cocina, un comedor hasta llegar a la huerta donde había una vieja banca de madera a punto de caerse. Corrimos el riesgo y nos sentamos en la débil banca.

-¿Cuándo llegaste?- pregunté.

-Llegué anoche en el deslizador de la municipalidad, con el alcalde, su esposa, el guardaespaldas y un regidor…

-¿Y te acostumbras a la vida lejos de la ciudad?...

-No… A mí me gusta la tranquilidad; pero, ahí es el extremo en todo… No hay las comodidades que tenemos en la ciudad… Tenemos energía eléctrica desde las seis de la tarde hasta las diez de la noche, y eso, cuando hay combustible (petróleo), si no nos quedamos a vela encendida… Solo cuando hay alguna actividad en la que el pueblo (en su totalidad) se reúne tenemos energía hasta las tres de la mañana… Así que, como una niña buena tengo que meterme en mi camita a las ocho de la noche… solita…

-Yo quise hacerte compañía aquel día ahí en Roaboya Mestiza; pero, tú no quisiste…

-No es que no haya querido… tú sabes que no podíamos…

Hablamos de muchas cosas. Me pedía que le cuente sobre las aventuras que tuve visitando todos los pueblos del distrito donde trabajábamos. No me gustaba hacerlo; pero, lo hice para complacerla. Escuchaba todo lo que narraba con mucha atención. Su mirada se perdía en la imaginación. Hablaba sobre las costumbres de los mestizos y shipibos, sus comidas y bebidas. Le conté que cuando fui por primera vez a uno de los pueblos shipibos, uno de los regidores de la misma etnia de la municipalidad, me ofreció pasar la noche con una niña de diez años, la cual me había causado un sobresalto inmenso por tal aberrante propuesta sin tabúes. Pero, me dijo que no me asuste, ya que en las comunidades nativas era normal tener relaciones sexuales desde temprana edad. No acepté tal ofrecimiento. Y siguió insistente con su propuesta; pero, esta vez aumentando más la edad. No acepté por más vieja que me ponga.

Nos reíamos de todo y de nada, de mucho y de poco. Nos reíamos de nosotros mismos. Parecía que el tiempo se detenía siendo nuestro cómplice.

-¡Qué te parece si hacemos algo para cenar!- propuso Katia.

CONTINUARÁ...

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